Durante las últimas semanas se ha puesto de manifiesto la gran preocupación social creada por los incendios que se extienden por todo el Amazonas, y como es de esperar, muchas organizaciones han querido sacar tajada de este problema.

Al fin y al cabo, eso es lo que siempre se hace en estos casos ¿no? Hoy en día gracias a las redes sociales la expansión de una noticia, de una opinión es más fácil que nunca y esta a su vez, se verá compartida hasta la infinidad creando una onda expansiva que llegará a un número inimaginable de lectores.

No importa la veracidad de la misma, ni siquiera si la idea que pretende ser diseminada en los usuarios que están al otro lado de la pantalla se aproxima a la realidad o solamente es un acto vil de manipulación masiva.

La realidad es que si preguntas a la mayoría de personas por los incendios que suceden en el Amazonia veremos como la mayoría están de acuerdo en poner a la industria cárnica y a Brasil en el punto de mira, al fin y al cabo es lo que nos han vendido, una mezcla de última tendencia por los nuevos medios y política en los clásicos han creado esta idea, pero ¿qué hay de cierto en todo este asunto?

«Si hay algo que realmente me repatea es el partidismo absoluto y reduccionismo con el cual la mayoría de personas tratar de abordar un problema dejando intuir una utópica solución, convirtiéndose así una especie de nuevos Templarios del siglo XXI.»

El Amazonas abarca 9 países de Sudamérica y está catalogado como uno de los recursos naturales más preciados del mundo por todo lo que representa abaracando 1/3 de la biodiversidad del planeta , absorbiendo un 10% de las emisiones de dióxido de carbono y produciendo el 20% del oxígeno del planeta.

Por lo que a un humilde ciudadano de la otra parte del globo compete, algo de tal magnitud, no debería convertirse en debate de explotación ni dejar que un puñado de  banderas sean las únicas que  promuevan su protección ante los ojos de todo el Planeta.

Si no nos dejamos arrastrar por el efecto dominó, veremos que la Amazonia viene siendo explotada desde años inmemorables  por grandes Multinacionales de todo el planeta a los que se han unido en los últimos años países asiáticos por motivos evidentes.

La tala ilegal en sus bosques para la producción de papel y las minas abiertas,  han causado la mayor parte de deforestación en su masa, la explotación de recursos mineros tales como diamantes, oro o el material altamente apreciado por la tecnología como el coltán, llevan años causando estragos en la zona, el petróleo ha causado innumerables estragos en las zonas más vulnerables donde habitan nativos en distintas zonas geográficas.

La soja y la explotación extensiva de ganado son otro de los problemas que amenazan con destruir un templo natural que debería estar exento de todo tipo de explotación.

La mayoría de los incendios que tanto alarman e indignan a Occidente y que señalan a los intereses de Brasil como única culpable de esta catástrofe, han comenzado en su mayoría por Bolivia y si miramos el incremento de los mismos vemos que el porcentaje ha aumentado en Bolivia y en Perú más que en la mismísima Brasil.

Otro de los datos que más llaman la atención es la preocupación y seguimiento por diferentes vías de la cantidad de km cuadrados que lleva devorados el incendio, unos 25.000 en territorio Brasileño, algo que también choca con los casi 160.000 km cuadrados devastados en 2007. Sin embargo nadie por esa época rezaba por el Amazonas.

Desde el punto de vista político, el gobierno de Bolsonaro ha sido acusado abiertamente de no querer proteger el  Amazonas por parte de sus colegas Europeos, algo paradójico cuando son estos los primeros que están explotando exactamente lo mismo que dicen proteger en público, pero ya sabemos que una cosa es el discurso para las masas y otro son las realidades que se barajan en las cloacas de cualquier gobierno (véase la explotación por parte de Francia en la Guayana Francesa.)

Creo que queda bastante claro que buscar un culpable a todo esto es una lucha perdida. Mientras gobiernos o Multinacionales de diversa índole juegan sus cartas para que el público escoja su bando, se sigue sin hablar del problema real que esto supone. La explotación de determinadas zonas de nuestro planeta debería estar totalmente prohibida sin importar si la misma beneficia más a un determinado país, a una industria o a otra.  No se trata de acusar a la industria ganadera, a la minera o a cualquiera de las muchas que se lucran a base de destruir nuestro medio ambiente, sino de que hay zonas en las que el hombre no debería de poner un solo pie a no ser que sea para protegerlas. Ni unas, ni otras.