Constantemente estamos en la búsqueda de esa píldora mágica, o de esa receta que arregle todos nuestros problemas de forma sencilla. Esto creo q ya parece una condición innata del ser humano y que, al menos en el mundo del Fitness veo a diario.

Con el calzado minimalista pasa lo mismo, mucha gente cree que puede ser la solución a todos sus problemas y muchos entrenadores suelen recomendar su uso (en muchos casos sin tener los conocimientos necesarios), solo apoyándose sobre la idea de que trabajar o entrenar con un calzado que simule al estar descalzo, aportará mayores beneficios a nivel funcional.

Bien, como todos sabemos en el mundo del fitness hay una palabra mágica que siempre está presente, y es “DEPENDE”. Es cierto que el trabajo sobre el pie en programas de entrenamiento resulta fundamental por dos cosas, estabilidad y eficiencia.

Estabilidad.

“El mantener un centramiento articular optimo es clave en cualquier programa de entrenamiento, eh ahi la importancia del pie ya que el mismo será el primer punto de contacto de nuestro cuerpo con el suelo”.

Eficiencia.

Que toda la energía que obtenemos absorbiendo impactos la usemos lo mejor posible, la habilidad de absorber las fuerzas de impacto rápidamente, almacenarlas y usarlas como energía elástica con la mínima pérdida de energía.

Hasta aquí según lo explicado de forma muy, muy resumida solo podemos encontrar beneficios cuando entrenamos descalzos o al utilizar un calzado minimalista. ¿Cierto?.

Pues DEPENDE, ya que debemos tener en cuenta que muchos de nosotros llevamos prácticamente toda nuestra vida utilizando un tipo de calzado que ha podido generar ciertas adaptaciones en nuestro cuerpo, y que al pasar de eso, a un calzado minimalista sin una transición adecuada, puede favorecer a una alteración de la estabilidad ocasionando una perdida del centramiento articular y generar un movimiento menos eficiente. En pocas palabras, todo lo contrario al beneficio que supuestamente obtendríamos entrenando el pie.

¿Y esto a que se debe?

Para responder a esta pregunta, lo primero que debemos tener en cuenta es que cuando hablamos de entrenamiento barefoot, no nos referimos solo al concepto de entrenar descalzo o con calzado minimalista. El entrenamiento barefoot se basa en el entrenamiento del pie y a su integración con otras estructuras (rodilla, cadera; core, etc).

Y para que este tipo de entrenamiento aporte los beneficios que tiene que aportar, debe ir acompañado de una valoración inicial, en la cual se pueda determinar con que tipo de pie nos encontramos y como se comporta ese pie durante ciertas actividades. Para ello necesitas de alguien que conozca la estructura y su función a la hora de integrarse con el resto del cuerpo durante tareas que impliquen diferentes patrones de movimiento.

¿Pero, qué puede ser más funcional que caminar descalzo, si nuestro cuerpo esta diseñado para ello?

Para responder a esto utilizare un ejemplo de una tarea muy sencilla y que todos hacemos constantemente, y es el caminar.

Una marcha eficiente necesita de unos mínimos grados de flexión dorsal en el tobillo (5º aproximadamente) y unos grados de dorsiflexión en la articulación del dedo gordo del pié (articulación del primer metatarsiano) para que exista una correcta descarga de energía través de la fascia plantar y el tendón de Aquiles.

Si nuestro pie carece de esos grados mínimos nuestro cuerpo no será capaz de mantener un correcto alineamiento articular, y mucho menos lo será si reducimos el Drop de la zapatilla (caida del talón a la punta) a 0, favoreciendo a la aparición de limitación por el tendón de Aquiles, ligamentos y bloqueos óseos. Trayendo consigo una propulsión poco eficiente, hiperextensión de rodilla, anterior pelvic tilt, eversión de la subtalar, marcha en abducción, paso acortado pasos mas cortos, entre otras.

En ejercicios como la sentadilla, esos grados de dorsiflexión del tobillo aumentan a unos 38º, por lo que realizar este movimiento descalzo o con un calzado minimalista, en la mayoría de los casos no es una buena opción, ya que nuestro cuerpo generará compensaciones a través de una rotación excesiva de los pies hacia afuera y una caída del arco plantar, ocasionando un descentramiento articular excesivo, y por ende una falta de estabilidad.

Aparte de esto debemos también tener en cuenta que el coste de este tipo de calzados suele ser bastante elevado, lo que hará que nuestro bolsillo se recienta y disminuyamos la capacidad de invertir ese dinero en un profesional que realmente diseñe un plan de entrenamiento adaptado a tus necesidades.

Conclusión.

Un calzado minimalista no es para todo el mundo, ni va a aportar mayor “funcionalidad” a tu entrenamiento, por si solo. Trabaja el pie, entrénalo y gánate la posibilidad de utilizar este tipo de calzado de forma correcta.

Jesus Ochoa Silva.